1) Entrevista con los padres. En este primer paso, se recogerá toda la información significativa de desarrollo motor, sensorial-afectivo, cognitivo-conductual, además de la personalidad y del lenguaje. A través de esta información se determinará qué tipo de necesidades serán necesarias evaluar.
2) Evaluación pedagógica. En ella se estudiarán:
- Capacidad intelectual.
- Desarrollo evolutivo, psicomotricidad y lateralidad.
- Personalidad y autoestima.
- Lenguaje oral y escrito, además de la compresión y expresión.
- Atención y concentración.
- Estilos de aprendizaje.
- Relaciones familiares.
- Relaciones sociales.
3) Elaboración de un informe. Con toda la información recogida y con todos los datos obtenidos mediante las pruebas realizadas se elaborará un informe con los resultados. En él se reflejará una conclusión diagnóstica y un tratamiento adecuado a seguir con padres/tutores legales, niños y adolescentes.
4) Colaboración con otros profesionales, como pueden ser un pediatra, psicólogo, oculista, etc. Esto se llevará a cabo si se aprecia que es necesario debido a algún déficit que esté impidiendo su desarrollo, siempre con el consentimiento de los padres o tutores legales.
5) Seguimiento y evaluación continua. Durante el período de tratamiento se mantendrán frecuentes reuniones con los padres o tutures legales para hablar sobre el progreso del niño o adolescente.
Es conveniente, a lo largo de la intervención, realizar sesiones con la familia para mejorar la unión entre ambos y aumentar la posibilidad de mejora del niño o adolescente.
Al final del año escolar se realizará un informe para analizar el progreso: de dónde partimos y hasta dónde hemos llegado.